martes, 13 de enero de 2009

Situaciones estúpidamente divertidas

Ya estábamos por llegar al bar. Y ellos seguían detrás de nosotras, gritándonos sandeces asquerosas. Le pregunto a Rafaela: “¿ahora sí puedo voltear a putearlos?”. Ella, la piensa un segundo, y me dice: “Ya”. Y suelto las mil y un gracias callejoneras que solo mis mujercitas saben cómo son (de temer, de temer). El chibolo arrimado, cruzando ya la pista, me grita otra majadería. Yo, piconísima y decidida a que todo Barranco escuche a esta mujer desquiciada, grito con todas mis fuerzas: “TU VIEEEEJAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA"... doy medio paso más y me encuentro con el portero del bar, un moreno grandísimo pero creo que algo asustado por mis alaridos. Yo me acomodo un poquito, no lo miro y entro saludando bien puesta: “Buenas noches…”

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Lo beso. Él me besa. Nos despedimos. Cierro la puerta. Y empiezo un baile estúpidamente espontáneo, a lo Carlton Banks, cantando “me lo chapé - me lo chapé - me lo chapé…”

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Frankie, hace muchos años, gritándole a todo el mundo cada vez que bebía de más en el hueco al frente de la universidad: “Porque yo soy virgen ah!!!!”

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Estábamos en ataque de risa, por algún chiste, no recuerdo. Y me dice: “Ya, basta. Respiremos…”. Él inhala, y exhala. Yo inhalo… y exhalo… pero por otro lado (:S) Lo miró avergonzadísima. Y él, se retuerce peor de la risa.

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En plena sesión amatoria totalmente insípida, decido echarle ganas al asunto y empiezo a jadear más fuerte, como para pornografiar un poco la situación y animarla. Él, súper pertinente y apasionado, me dice: “Shhh, cállate. No hagas tanta bulla!!!”. Volteo a mirarlo con ganas de destrozarlo, pero a golpes.

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Acababa de llegar al hotel en Tarapoto, y me hicieron llenar mis datos en recepción. Luego me fui a la computadora a revisar mis mails. Al par de minutos, se acerca uno de los dos chicos de recepción, y me dice tímidamente con su acento tan gracioso:

- Señorita, disculpe que la interrumpa, pero aquí dice que usted es psicóloga, di?
- Sí, soy psicóloga.
- Ahhhhhh ya. Lo que pasa es que… a veces es bueno conversar con un psicólogo. Yo iba a uno por aquí, pero ya se ha muerto. Y no sé con quién ir. ¿No será mucha molestia pedirle su mail para hacerle unas consultas? Así, en general nomás.
- Bueno… yo en realidad no soy terapeuta, pero
(por amable nomás)… normal, te dejo aquí mi mail.
(Le escribo mi mail, el del trabajo)
- Gracias señorita.
(Lo mira)
- Ah ya… es de su trabajo di?
- Así es. Cualquier cosa, me escribes a ver si te puedo ayudar en algo.
(Se va de regreso a la recepción, con la cara medio compungida)

Pasan dos minutos más, y se me acerca el otro chico de recepción.
- Señorita, disculpe pero, me estaba contando mi compañero de trabajo lo que usted hace. Es psicóloga.
- Sí
(río un poco, y lo miro como preguntándole ¿y ahora qué quieren?)
- Lo que pasa es que a mí también me interesa haaaaaarto la psicología. Si no le molesta, ¿me podrá dar a mí también su mail?
- (Sonrío aún más, como diciendo “ya pe, qué importa” y le escribo el mismo mail de la chamba)
- Gracias señorita.
(Lo mira)
- Pero, señorita, ¿no tendrá mejor el de su messenger?

2 comentarios:

  1. jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. pero que buena matilda!! cuando comencé a leer tu primer comentario pensé que te referías a aquella vez en la que estabamos en un grifo de la arquipa tomando gaseosa y comiendo gomitas (luego de haber estado caminando por todo larco y comiendo helados y bembos) y un tío se quedó prendido de nuestra belleza y tu saliste a putearlo al tio

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  2. jaaaaaaaaaaaa!!!

    ¿le pasa algo señor? ¿qué, nunca ha visto a chicas tan guapas? pero volteese entonces para que nos vea bien!!! jajaja, huevon

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