Con ella sí fue una decisión. Primer día de clases en
Kinder, la sentaron a mi lado, terminamos conversando un rato, compartiendo la
tarea que había que hacer, hasta que al final de la jornada ella me la planteó
de frente: “¿Quieres ser mi amiga?”. Y yo, que no tenía idea en ese momento del
tamaño lazo que estábamos a punto de forjar por el resto de nuestras vidas,
respondí con un simple y sencillo “Ya!”.
Con los otros dos fue distinto. Empezó, como todo en esta
vida, como jugando! Juegos en la entrada a clases, en el recreo, en la salida,
esperando a nuestros hermanos de secundaria. Sin embargo, haciendo memoria
tengo recuerdos más cercanos con G de pequeños que con S. Por ejemplo, G fue el
primero en mi vida en ponerme una chapa (cabeza de casco), que por cierto yo
tomé como siempre tomé las jodas hacia mí misma desde enana: con risa y full
relajo. Nos recuerdo juntos compartiendo carpeta, haciendo bromas sobre una
Hello Kitty que yo tenía, y yo me cagaba de la risa de las cosas que él me
decía. En cambio, con S no tengo ese tipo de recuerdos sino hasta recién en 3ro
de primaria aprox. Y no me hacía reir tanto, ahí la dinámica era más escucharlo…
hablaba mucho. Y yo, en calidad siempre de oyente primero, nunca lo ví mal! él
hablaba, yo lo escuchaba y daba mi opinión. En cambio con G la comunicación,
aunque no era abundante, era equitativa y justa. Yo escuchaba y hablaba en casi
la misma proporción en la que él también lo hacía (a pesar de que él me diga lo
contrario).
Cosas de la vida, llega la pubertad, G y yo nos alejamos, y me
volví más cercana con S. Ella siempre estuvo conmigo, con mechas incluídas y
todo, pero siempre conmigo. Luego con la adolescencia ya un toque más asentada,
retomamos contacto con G y los 4 nos vimos juntos de nuevo, en un mismo grupo
de amigos de ahí en adelante, sintiéndonos amigos de verdad.
Y la vida post colegio nos llevó por caminos distintos, pero
yo diría casi predecibles. Mientras tanto esta amistad, como por default y acuerdo a priori,
siempre iba a permanecer entre nosotros a pesar del distanciamiento físico y/o
emocional que pudiera darse. Sin embargo, en esta cosa complicada que es
volverse adulto, la vida nos puso retos distintos a cada uno de nosotros que
tuvimos que ir resolviendo de una manera u otra. En el caso de G y de ella
identifico sus respectivos eventos de vida que de alguna manera les marcaron (o
les están marcando) el inicio de ese proceso de autoexploración y desarrollo
personal que todos debemos emprender. Pero en el caso de S veo una serie
de eventos inconclusos, que no terminan de resolverse, que están abiertos hace
rato.
Tal vez eso en parte haya marcado esto que le llamo “la separación de pangea”, que
es el alejamiento que hemos tomado cada uno de nosotros con respecto a S, y que marca una ruptura fuerte de lo que eramos, de lo que entendíamos de esta amistad casi eterna y natural. Cada
uno por sus propios motivos y razones, pero que en conjunto apuntan a una misma
conclusión: La amistad se pone en cuestionamiento cuando sobrepones tus
inseguridades y aspiraciones, tu intento por avanzar y vivir tranquilo y feliz,
tu necesidad de ser el eje de un grupo por encima de lo que realmente se
trata la amistad… que es justamente apreciar, respetar y ser feliz de a de
veras por el otro.
Espero, tal como me dice G, que esta separación dure lo que
tenga que durar, y que eventualmente (ojala) se construya una especie de "Estrecho de Bering" entre nosotros que permita reestablecer ese puente que de
verdad nos conecte nuevamente. Que permita el inicio de una nueva era (jaja, la
más melodrama), en donde nos veamos los 4 juntos de nuevo sin huevadas ni
reproches de por medio. Que nos veamos como nos alucinamos siempre: amigos viejos, unidos, felices, esos que siempre nos jactamos de ser y de haber sido desde tan pequeñitos.
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