Ahora Matilda ha podido trabajar varios años ya ejerciendo su profesión, alcanzando ámbitos que no se imaginó antes. Es feliz y está orgullosa de haber optado por esta carrera. Y empieza un nuevo trabajo en su universidad, alma mater que la formó no solo en lo profesional sino en lo humano... en la comprensión del mundo! -aunque suene ambicioso-. Porque aparte de que aquí nos muestran siempre el panorama completo de lo que significa vivir en y empujar al desarrollo de nuestro país, pues le dio la oportunidad de conocer a sus mujercitas, que como bien saben han sido una fuente inconmesurable de aprendizajes para ella.
Matilda trabaja ahora junto con su sensei! quién lo hubiera imaginado. A pesar de que su proxémica a veces (y aún, porque él siempre fue asi) la pone un poco nerviosa, en todos estos años de amistad y relaciones profesionales, comprendió ella -como todo- que pues el sensei era un hombre que obviamente no era perfecto, no era el conocedor de toda la verdad, no era el único empático que entendía sus intereses, sus motivaciones, y sus preocupaciones en lo que a su carrera concierne. Son grandes amigos, fumadores empedernidos, y esquematizadores de toda teoría o aplicación.
Hoy él le volvió a explicar, como antaño, lo que iban a trabajar, dibujándole los mil cuadros en su block, y ella recordó cómo era sentirse angustiada y emocionada cuando se aprenden cosas nuevas. Se sintió alumna, y dejó que él se sintiera aun sensei. Qué importante es no perder esta capacidad de hacerse preguntas y buscar respuestas, no perder esta capacidad de asombrarse gratamente cuando descubres formas nuevas de aprehender un problema.
El sensei y la pequeña saltamontes nuevamente juntos. Tranquilos todos, que la tensión ya pasó. Pero el cariño y el respeto de hecho permanecen :)
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