Hace nueve meses que vivo fuera del Perú. Hacer el doctorado ha resultado bastante más difícil de lo que me imaginé, los gringos y su obsesión metodológica me vuelven loca, sobre todo considerando que mis métodos y mis maneras de hacer y sobre todo de deshacer, nunca han sido las más ortodoxas. Pero lo más difícil no han sido las clases, ciertamente he sufrido con el inglés y la estadística, los gringos y su ingenuidad sobre el development and politics, y su optimismo embrutecedor traducido en "let's hold our hands together and hope for the best". No me malinterpreten yo también quiero la Paz mundial al estilo Sandra Bullock pero es que no puedo con el optimismo yanqui, me supera!
Sin embargo eso no ha sido lo más difícil de mi NUEVA VIDA acá! Lo más difícil ha sido encontrarme sola, sin saber quién soy, sin tener un espejo que me devuelva una imagen más o menos decente de mi misma, la que fuera, no importa. Pero a pesar de la pena y la soledad experimentada me di cuenta de lo importante que es estar en una situación así, ¿por qué dependemos tanto del espejo para saber quiénes somos? ¿Somos lo que hacemos? ¿somos lo que pensamos? ¿Somos las personas a quienes amamos?
En el Perú pues yo tenía un espejo muy conveniente y para nada imparcial, la imagen de mi era estupenda, porque venía de mis amigos, mis colegas y mi familia y exceptuando lo que mi mamá piensa de mi vida, me encantaba esa imagen mía, era feliz! No he tenido aquel espejo acá, más bien tengo un vidrio roto y bien hijoeputa que se encarga de decirme: eres un ser despreciable, prejuiciosa de mierda, amargada y NO HABLAS INGLÉS! Claro que todo eso me lo decía el vidrio mientras yo me encontraba cantando sola en mi departamento, con una botella de vino en la mano y sin copas: "soy infeliz... porque sé que no me amas para qué más insistir, etc." seguido por paloma negra y algún tango miserable, sí pues no podemos culpar tanto al pinche vidrio, yo también ayudé bastante. No he encontrado un espejo más halagüeño todavía, y evidentemente aun no consigo sentirme feliz con la imagen que veo en el vidriecito gringo que si le pregunto: me odia? Solo responde YES!; pero sí ha mejorado un poquin la cosa en los últimos meses, ya me reconozco tantito y estoy trabajando en hacer un espejo que me prometa cosas más favorables, el tema es que no la tengo fácil, es una tarea larga, pero una vez que ha sido identificado el objetivo, el cielo es el límite!
RAFAELA
(Publicado desde la cuenta de Matilda)
miércoles, 30 de mayo de 2012
Los amigos no siempre serán amigos
Si bien la amistad constituída con mis mujercitas ha sido -sin
temor a equivocarme- una construcción intencional en el tiempo, también tengo
de esas amistades que he ido construyendo casi casi porque así lo
mandó la vida. Mejor dicho, porque dado el contexto (un colegio predeterminado,
con un mismo grupo de pares pululando alrededor a lo largo de 12 años), no quedaba
de otra que seleccionar con quiénes te sentías mejor, o con quiénes te identificabas
tantito más que con el resto. Y así se establecieron mis primeros lazos de
amistad, a mis pequeñísimos 5 años de edad.
Con ella sí fue una decisión. Primer día de clases en
Kinder, la sentaron a mi lado, terminamos conversando un rato, compartiendo la
tarea que había que hacer, hasta que al final de la jornada ella me la planteó
de frente: “¿Quieres ser mi amiga?”. Y yo, que no tenía idea en ese momento del
tamaño lazo que estábamos a punto de forjar por el resto de nuestras vidas,
respondí con un simple y sencillo “Ya!”.
Con los otros dos fue distinto. Empezó, como todo en esta
vida, como jugando! Juegos en la entrada a clases, en el recreo, en la salida,
esperando a nuestros hermanos de secundaria. Sin embargo, haciendo memoria
tengo recuerdos más cercanos con G de pequeños que con S. Por ejemplo, G fue el
primero en mi vida en ponerme una chapa (cabeza de casco), que por cierto yo
tomé como siempre tomé las jodas hacia mí misma desde enana: con risa y full
relajo. Nos recuerdo juntos compartiendo carpeta, haciendo bromas sobre una
Hello Kitty que yo tenía, y yo me cagaba de la risa de las cosas que él me
decía. En cambio, con S no tengo ese tipo de recuerdos sino hasta recién en 3ro
de primaria aprox. Y no me hacía reir tanto, ahí la dinámica era más escucharlo…
hablaba mucho. Y yo, en calidad siempre de oyente primero, nunca lo ví mal! él
hablaba, yo lo escuchaba y daba mi opinión. En cambio con G la comunicación,
aunque no era abundante, era equitativa y justa. Yo escuchaba y hablaba en casi
la misma proporción en la que él también lo hacía (a pesar de que él me diga lo
contrario).
Cosas de la vida, llega la pubertad, G y yo nos alejamos, y me
volví más cercana con S. Ella siempre estuvo conmigo, con mechas incluídas y
todo, pero siempre conmigo. Luego con la adolescencia ya un toque más asentada,
retomamos contacto con G y los 4 nos vimos juntos de nuevo, en un mismo grupo
de amigos de ahí en adelante, sintiéndonos amigos de verdad.
Y la vida post colegio nos llevó por caminos distintos, pero
yo diría casi predecibles. Mientras tanto esta amistad, como por default y acuerdo a priori,
siempre iba a permanecer entre nosotros a pesar del distanciamiento físico y/o
emocional que pudiera darse. Sin embargo, en esta cosa complicada que es
volverse adulto, la vida nos puso retos distintos a cada uno de nosotros que
tuvimos que ir resolviendo de una manera u otra. En el caso de G y de ella
identifico sus respectivos eventos de vida que de alguna manera les marcaron (o
les están marcando) el inicio de ese proceso de autoexploración y desarrollo
personal que todos debemos emprender. Pero en el caso de S veo una serie
de eventos inconclusos, que no terminan de resolverse, que están abiertos hace
rato.
Tal vez eso en parte haya marcado esto que le llamo “la separación de pangea”, que
es el alejamiento que hemos tomado cada uno de nosotros con respecto a S, y que marca una ruptura fuerte de lo que eramos, de lo que entendíamos de esta amistad casi eterna y natural. Cada
uno por sus propios motivos y razones, pero que en conjunto apuntan a una misma
conclusión: La amistad se pone en cuestionamiento cuando sobrepones tus
inseguridades y aspiraciones, tu intento por avanzar y vivir tranquilo y feliz,
tu necesidad de ser el eje de un grupo por encima de lo que realmente se
trata la amistad… que es justamente apreciar, respetar y ser feliz de a de
veras por el otro.
Espero, tal como me dice G, que esta separación dure lo que
tenga que durar, y que eventualmente (ojala) se construya una especie de "Estrecho de Bering" entre nosotros que permita reestablecer ese puente que de
verdad nos conecte nuevamente. Que permita el inicio de una nueva era (jaja, la
más melodrama), en donde nos veamos los 4 juntos de nuevo sin huevadas ni
reproches de por medio. Que nos veamos como nos alucinamos siempre: amigos viejos, unidos, felices, esos que siempre nos jactamos de ser y de haber sido desde tan pequeñitos.
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