Amo mi trabajo... porque resulta que trabajo nada menos que en la selva del Perú, una provincia chiquitita que es el corazón de la amazonía indígena. He podido conocer a personas tan distintas y tan maravillosas en cada una de las cosas que hacen, y he llegado a establecer amistades que asustarían a muchos de mis amigos. Viajo en peque peque, surco el río Marañón a mi antojo, camino por el monte, como lagartos, hormigas y gusanos, tomo mazato, ayahuasca y lo que se presente. Ya he estado en muchas partes y he probado muchas cosas en estos últimos años y debo confesar que me he sentido en algunas ocasiones: invencible!
Todo se lo debo a la selva y a sus misteriosos habitantes, por eso les he dejado ahí mi corazón para tener siempre que volver por él.
Pero no solo eso encontré entre ríos y bufeos colorados.. resulta que también me enamoré, y creo que fue la primera vez. De quién? pues de un tipo casi casi perfecto para mí, un aguerrido periodista, comprometido con causas en las que yo tambien creo, divertido, atractivo y lo mejor ..yo tambien le gustaba. La última noche que nos vimos en Lima me dio un gran beso que a pesar de los 3 vasos de flor de caña que yo llevaba encima cambió el curso de mi vida, me enamoré como en las películas; la selva ya no sería la misma sin él, para mí volver a la Amazonía sería siempre acordarme de él. Era sin duda un príncipe azul..mi príncipe azul!! A mí que hasta ese momento me valían los principes y las princesas, cuando me besó me sentí la reina del mundo...
Pero como dice uno de mis cantantes favoritos: el famoso principito se marchó antes de llegar. Él era extranjero, no vivía en el Perú, pero me decía cosas tan bonitas, siempre por messenger claro o por facebook, que además me creé solo por él. Yo con tantísimo miedo de decirle cosas, por miedo a ser huachafa, cursi.. me producía pavor ser la nenita enamorada a la que un tipo lleva del ala!, después de todo yo ya había aprendido a nadar con pirañas!
Bien, cuando por fin nos ibamos a ver en Mexico en diciembre pasado, me llama una amiga mía días antes de mi viaje, una supuesta feminista que yo le había presentado a él hacía algunos meses, para decirme que a ella siempre le gustó el muchacho y que en las últimas dos semanas ella le escribió por no sé qué y conversando por messenger surgió algo entre los dos. En fin.. según me dijo..mirando fijamente la virgen de guadalupe que cuelga siempre en mi cuello, ella me estimaba y tenía que contarmelo. Tuvo el descaro de decirme que el principito nunca estuvo seguro de que a mí me gustara, que nunca le dí señales claras, ella por supuesto, según sus propias palabras no le dijo lo muerta de amor que yo estaba por él "para no venderme". No solo eso, la feminista pagó lo que tuvo que pagar para viajar a Mexico en las mismas fechas que yo y lo acompañó al hotel donde yo me hospedaba, lo esperó en la puerta de la calle mientras él me dejaba unos papeles. No pude hablar con él, después de todo ella lo esperaba..nunca entendí lo que pasó, no sé si fue mi culpa, culpa de él o de ella o simplemente los dos se enamoraron perdidamente en dos semanas de conversación por messenger. Solo sé que mi amiga se quedó con el principe y con mi año nuevo.
La feminista?, como soy una chica despechada diré que creo que no es increiblemente maravillosa y ciertamente no es un monumento de mujer. La conocí cuando un chico muy famoso en nuestro medio académico la había dejado sin más luego de haberle prometido el cielo y las estrellas a la pobre, él regresó con su esposa y ahora.. es papá. Solidaridad de género..la consolé, nos hicimos amigas aunque en verdad no tuvieramos mucho en común. Nuestra primera vez juntas en Mexico, muy facilmente ella se enrolló con un tipo, un gran chico de Venezuela, muy simpático y parecía que la quería bien. Ella viajó a Venezuela para estar con él y luego él vino al Perú para verla.. puedo decir, con mucho temor a equivcarme y siempre hablando por la herida, que la pobre andaba buscando un hombre como los mendigos la limosna, que hasta ahora según lo que ella misma me decía, no había tenido suerte en el amor. Hasta ese momento me daba ternura verla entregarse así sin miedo a un desconocido que por muy gran chico seguía siendo un desconocido, y estaba muy contenta de que estuviera feliz con el venezolano con quien aparentemente tenía mucho en común y tenían grandes planes de futuro.
Ahora volviendo a mi historia: jamás me lo hubiera imaginado, ella sabía que yo moría por mi amor de la selva, sabía del pavor que yo sentía de decirle al chico cosas por internet y sabía lo que significaban mis silencios con él, pero sobre todo sabía de la hamaca en la playa de Oaxaca donde él me propuso recibir el año nuevo. Sabiendolo todo, se fue con él, yo creo que le gustó tanto la historia que se la quedó. Bien por ella, estoy segura que se la merecía más que yo.
Me quedé sin el amor del principe a quien, a pesar de todas las cosas lindas que me decía, resultó que no le gustaba tanto, y estoy empezando a pensar que es un poco idiota (tambien puedo equivocarme en esto). Lo más triste del cuento, sin embargo, no es que me quedé sin el chico sino que me quedé sin el sueño de él sin el referente de amor que me acompañó largo tiempo, porque él nunca fue real, existió solo en mi mente...pero aunque fuese mentira todo él, que sí lo quise es muy verdadero. Perdí una amiga, que al final de todo, y en esto estoy segura, es una cabrona, y para ser sincera no les deseo que sean felices y coman perdices aunque tambien sé que eso ya no depende de mí.
Qué lección me dejaron? Aprendí muchas cosas, por ejemplo: qué se siente tener un corazón hecho añicos y lo que duele que no te quieran más, o peor que nunca que te hayan querido. La lección final entonces: cuando encuentre en mi camino una feminista llorando porque uno la dejó..diré: qué pena, mejor suerte la próxima y seguiré mi camino;cuando encuentro algún periodista en la selva que me rescate de algún peligro amazónico y me diga lo linda que soy, le diré gracias y me iré corriendo muy muy muy rápido.
Con qué me quedé? Haciendo un balance y volviendo al principio de esta hsitoria, estoy convencida que salí ganando, me quedé con la selva que nunca me dirá: "surgió algo entre ella y yo en nuestras pláticas por el messenger, te quiero un montón y no te quiero hacer daño"
Porque por la selva sí que vale la pena pelear y a ella he de volver siempre: a reir, a llorar y a buscar otro sueño; en cuanto al príncipe..aun es muy temprano para decirlo, pero puedo adelantar que de azul ya le va quedando muy poco al cabrón!
jueves, 27 de enero de 2011
martes, 25 de enero de 2011
No creo en el más allá
El otro día tuve una de esas conversaciones retóricas filosofantes que hacía tanto que no tenía. Y entre los distintos temas que salieron, como por ejemplo: la creación del universo, la evolución del hombre, la fe y la consecuente creación de las religiones, la racionalización de que todo tiene un origen (cuando tal vez nunca hay inicio/fin, sino solo un ciclo que se repite una y otra vez), entre otros... salio este que fue el que me tocó un poco más: ¿qué pasará cuando me muera?
Y caí en cuenta que, a mis ahora 27 años, considero -con bastante convicción y con una tranquilidad que me sorprende- que cuando yo muera, no habrá más que contar o decir. Moriré ahi y se acabó la historia. Mentira eso del túnel, y la luz, y la resurección. Mentira eso de que te estancas en el purgatorio si tuviste deudas que saldar en tu vida anterior. Mentira eso de que existan almas en pena, que establecen contacto con los vivos, que se quedan por ahi rondando en donde murió porque no supo a dónde más ir.
Lo que comunmente se consideran fantasmas deben ser solamente restos de energía que se concentraron en un lugar de manera tan fuerte, que quedan como especie de ecos que solo algunos pueden percibir. Pero no es que el alma en sí misma "esté ahi", como un gas extraño en una dimensión supranatural que no encuentra la escapatoria para salir y ser verdaderamente libre. Son meras cuestiones físicas, restos de lo que alguna vez existió y que, sea por el calor, la activación celular, o lo que sea, permanece como reminiscencias de lo que alguna vez fue, y ya no está presente. Además, eso de la libertad asi nomás no llega a adquirirse estando en vida, peor entonces cuando nos muramos! no nos hagamos los tarugos.
Y creo que esta lógica aplica bien con lo que el hombre y la mujer experimentan en sus relaciones. Aparecen de cuándo en cuándo los famosos "fantasmas", y alucinamos que ahi aun está vivo, de alguna manera. Que el alma en pena de tu ex, por ejemplo, sigue viviendo en los mismos lugares, con la misma intensidad, porque se rehusa a morir. Mentira pues! mentira total. Lo que muere, muerto está. Y lo que queda son las interpretaciones que nosotros le damos a las cosas porque nos rehusamos a dejar morir cualquier tipo de cosa viviente... sea una relación, sea una experiencia, hay tantas cosas vivientes más allá de lo meramente tangible. Nosotros, por nuestra condición humana, vamos a racionalizar todo, absolutamente todo. Y aquello que ya no tenga respuesta racional, le otorgamos un matiz intuitivo, coronado por nuestra fe en "algo superior" y por nuestro temor a la no existencia. Creo que es bueno que nos atrevamos un tanto a ir en contra de nuestro sesgo, y empecemos a considerar este tipo de opciones.
Ser consciente de esta supongo reciente convicción (hasta hace algunos años sí guardaba la posibilidad de que la resurección exista), me ha dado una tranquilidad extraña. Que de hecho tendré que aprender a repensar y asimilar mientras más años me pasen por encima. Pero que está ahi, ya instaurada, y que me hace caer en cuenta, con mayor fuerza, de que todo lo que haga y sea hoy, como Matilda, debe merecer la pena y debe ser evidencia de que mi paz y felicidad vivió conmigo hasta que mi corazón dejó de latir. No segundas oportunidades, no karmas para mi futura vida. Solo Matilda la que en vida fue y dejó de ser.
Y caí en cuenta que, a mis ahora 27 años, considero -con bastante convicción y con una tranquilidad que me sorprende- que cuando yo muera, no habrá más que contar o decir. Moriré ahi y se acabó la historia. Mentira eso del túnel, y la luz, y la resurección. Mentira eso de que te estancas en el purgatorio si tuviste deudas que saldar en tu vida anterior. Mentira eso de que existan almas en pena, que establecen contacto con los vivos, que se quedan por ahi rondando en donde murió porque no supo a dónde más ir.
Lo que comunmente se consideran fantasmas deben ser solamente restos de energía que se concentraron en un lugar de manera tan fuerte, que quedan como especie de ecos que solo algunos pueden percibir. Pero no es que el alma en sí misma "esté ahi", como un gas extraño en una dimensión supranatural que no encuentra la escapatoria para salir y ser verdaderamente libre. Son meras cuestiones físicas, restos de lo que alguna vez existió y que, sea por el calor, la activación celular, o lo que sea, permanece como reminiscencias de lo que alguna vez fue, y ya no está presente. Además, eso de la libertad asi nomás no llega a adquirirse estando en vida, peor entonces cuando nos muramos! no nos hagamos los tarugos.
Y creo que esta lógica aplica bien con lo que el hombre y la mujer experimentan en sus relaciones. Aparecen de cuándo en cuándo los famosos "fantasmas", y alucinamos que ahi aun está vivo, de alguna manera. Que el alma en pena de tu ex, por ejemplo, sigue viviendo en los mismos lugares, con la misma intensidad, porque se rehusa a morir. Mentira pues! mentira total. Lo que muere, muerto está. Y lo que queda son las interpretaciones que nosotros le damos a las cosas porque nos rehusamos a dejar morir cualquier tipo de cosa viviente... sea una relación, sea una experiencia, hay tantas cosas vivientes más allá de lo meramente tangible. Nosotros, por nuestra condición humana, vamos a racionalizar todo, absolutamente todo. Y aquello que ya no tenga respuesta racional, le otorgamos un matiz intuitivo, coronado por nuestra fe en "algo superior" y por nuestro temor a la no existencia. Creo que es bueno que nos atrevamos un tanto a ir en contra de nuestro sesgo, y empecemos a considerar este tipo de opciones.
Ser consciente de esta supongo reciente convicción (hasta hace algunos años sí guardaba la posibilidad de que la resurección exista), me ha dado una tranquilidad extraña. Que de hecho tendré que aprender a repensar y asimilar mientras más años me pasen por encima. Pero que está ahi, ya instaurada, y que me hace caer en cuenta, con mayor fuerza, de que todo lo que haga y sea hoy, como Matilda, debe merecer la pena y debe ser evidencia de que mi paz y felicidad vivió conmigo hasta que mi corazón dejó de latir. No segundas oportunidades, no karmas para mi futura vida. Solo Matilda la que en vida fue y dejó de ser.
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