Hoy, después de haber intentado entrar otras muchas veces y hace mucho tiempo, conseguí entrar al blog así, de chiripa, espontáneamente, como han sucedido las cosas este último año y medio; espontáneamente, que puede ser lo mejor o lo peor para alguien como yo, qye siempre ha búscado de mantener el control.
Hubiera querido escribir acerca de mi viaje fuera del país a hacer un master, de cómo me aportó la ida y cómo me aportó también el regreso; de la gente tan maravillosa y tan hijoeputa que conocí, y de cuánto extrañé a mi gente. Pero no. No, porque son tantas cosas que no quiero desmembrarlas en tópicos: los amigos, los amores, los amantes, los estudios, la confusión, el baile, mi madre, mis mujercitas. Lo tengo todo en un bloque, envuelto en una caja con un lacito que guardo muy bien y que abro de vez en cuando, cuando siento nostalgia o alegría. No escribo sobre todo ello porque me gusta tenerlo así, mezclado, revueltito, con la tristeza debajo de las fotos lindas y la alegría manchándolo todo. Y creo que sobre todo, porque no quiero entender todo lo que pasó en ese tiempo, o mejor dicho, no lo necesito.
La vuelta ha sido dura en muchos aspectos y estoy ahora en un momento que me preocupa aunque no me asusta. Es un momento de desconcierto en que mi mayor capital son mis experiencias (o el único :P ) y un corazón roto que quiero pensar que por roto vale más (a ver quién se come un corazón de vaca entero, a que en anticuchitos es mejor? :P ). Confundida, con el amor roto, una abogada ganándose un sueldo mínimo mensual enseñando kizomba (Ni siquiera me suena raro lo del sueldo mínimo sino lo de ganar dinero haciendo algo que no es mi profesión, benditas sean las noches de baile en las discotecas esas!), con el corazón en una mano y el cerebro en otra, como una balanza. Un momento perfecto "de chiripa", escribiendo hoy de chiripa, enamorada de chiripa, muriendo no por un amor, sino por un cigarro y una copa de vino... o una botella.