El cerebro humano es alucinante. Diría que de todos los procesos cognitivos básicos, el que siempre me asombra es la memoria. Cómo opera y cómo nos permite recuperar información que pensábamos perdida, olvidada, vivida y por tanto desechada.
Yo particularmente tengo una memoria del carajo. Olvido muchas cosas. Desde las medianamente cotidianas, hasta algunas que pensaba importantes. Y creo que la mejor estrategia que he encontrado para esto, así sin querer, es escribir. Hace unos días por ejemplo, encontré mi diario en épocas colegialas de secundaria. Antes lo revisaba de cuando en cuando, para recordar y reir. Para ver por lo que sufría en aquel entonces, y darme cuenta que años más tarde o sufrí el doble o me reincorporé, di vuelta a la página y fui millones de veces más feliz.
Ahora que volví a leerlo, recordé cosas que pensé haber olvidado. No solo hechos, sino recordé olores, voces, miradas, gestos, caricias. Recordé sitios, personas, abrazos, palabras dichas y las que nunca se dijeron... por roche, por torpeza adolescente. Fácil como han sido las primeras en mi vida me marcaron de manera particular y por eso las terminé recuperando de mi recóndito registro mental más vívidas que nunca.
Y en medio de tanta recordadera, me entró mucho miedo. Miedo de que tal vez los supuestos mejores (o por lo menos, los más divertidos/aleccionantes) años de mi vida no los registré en ninguna parte, más que en algunas anotaciones escuetas de agenda, y que probablemente de aquí a unos 10 años más ya no tenga forma de recordarlos. No digo que olvide los hechos en sí, tan mal no estoy. Es miedo a olvidar los detalles, las sensaciones, las percepciones que tiñeron el contexto en el que se marcaron esas pequeñas situaciones que sumadas me terminaron parando donde estoy hoy, o donde esté mañana.
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(We see a bridge from afar, and move to it. Now on the bridge, we see a shining light, from which a crazy looking guy with a big afro appears. This is poet Timothy "Speed" Levitch.)
On this bridge, Lorca warns: "Life is not a dream. Beware. And beware. And beware." And so many think because Then happened, Now isn't. But didn't I mention the ongoing WOW is happening right now? We are all co-authors of this dancing exuberance where even our inabilities are having a roast. We are the authors of ourselves, co-authoring a gigantic Dostoevsky novel, starring clowns.
This entire thing we're involved with called the world is an opportunity to exhibit how exciting alienation can be. Life is a matter of a miracle that is collected over time by moments, flabbergasted to be in each other's presence. The world is an exam to see if we can rise into direct experience. Our eyesight is here as a test to see if we can see beyond it. Matter is here as a test of our curiosity. Doubt is here as an exam for our vitality. Thomas Mann wrote that he would rather participate in life than write 100 stories. Giacometti was once run down by a car, and he recalled falling into a lucid faint, a sudden exhilaration, as he realized that at last something was happening to him.
An assumption develops that you cannot understand life and live life simultaneously. I do not agree entirely. Which is to say I do not exactly disagree. I would say that life understood is life lived. But the paradoxes bug me, and I can learn to love and make love to the paradoxes that bug me. And on really romantic evenings of self, I go salsa dancing with my confusion. Before you drift off, don't forget. Which is to say, remember. Because remembering is so much more a psychotic activity than forgetting. Lorca, in that same poem said that the iguana will bite those who not dream. And as one realizes that one is a dream figure in another persons's dream, that is self awareness.
(The 60's-like stars twinkle around his head, and he wanders off in an ecstatic trance.)
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